jueves, 12 de abril de 2012

Juntos brillaban

Las manos estaban unidas. Los dedos de la mano derecha de él entrelazados con los de la mano izquierda de ella, húmedas estaban las palmas. Eso les gustaba y jamás se soltaban mientras estaban juntos caminando por el centro. Conversaban sin mirarse, porque no era necesario, ya que se conocían de memoria y hasta sabían ambos qué cara tendría el otro al momento de terminar cada frase pronunciada. Les bastaba con distinguir como reaccionaban las manos que los unían para saber lo que el otro sentía. Se comunicaban así, se sentían así, eran él para ella y ella para él, o por lo menos lo fueron hasta ese momento.
Eran no muchas cuadras las que debían caminar y lo hacían siempre por el mismo lado. Si hubiera vereda  sería la poniente, y él siempre caminaba del lado de la calle para que ella estuviera protegida. Se juntaban en la catedral y ahí era donde sus dedos se entrelazaban para no despegarse hasta la Alameda. Se besaban después y se miraban lo suficiente para saber cómo le había ido a cada uno en su trabajo y enfilaban hacía el sur. Era un mar de gente, es cierto,  pero ellos se distinguían entre todos porque aun cuando eran dos, parecían uno solo, unidos indivisiblemente por esos dedos apretados que nada ni nadie podrían separar. Casi estaban unidos con magia verdadera, quizás esa magia que sólo el amor logra hacer realidad. Era curioso pero ellos no usaban más espacio para caminar que los demás, jamás venía gente de frente a chocar con ellos como para hacer que se soltaran, cosa que pasaba con otras parejas. Las personas  inconscientemente entendían que ellos no se separarían, y casi por instinto se hacían a un lado como cuando uno no quiere molestar. Se sentía en la calle cuando ellos pasaban. Ella irradiaba algo y él también, pero no era lo mismo. Si hubieran sido de colores ella sería blanca y brillante, como cuando uno mira la luz de un auto con los ojos a medio cerrar, resplandecía, y él habría sido rojo, furioso, quemante, cálido, como el rojo de las brasas de un carbón, intenso. Ambos se necesitaban y se potenciaban, eran de colores sólo cuando estaban tomados de la mano, como si se prendieran, como si sus manos fueran un interruptor que permite que pase la energía de uno a otro, y que al circular entre ellos los iluminara. Se amaban, eso era claro, pero de una manera distinta y pocas veces vista. Se amaban sus corazones, sus cuerpos, sus mentes, sus espíritus, se amaban enteros, sin miramientos ni excusas, sin peros y por sobre todo sin miedo a perderse. Quizás por eso brillaban tanto juntos.
Pasada una cuadra ella prendía un cigarro, sí, pero solo lo prendía ya que no fumaba, le gustaba verse ruda, porque en el trabajo la veían como una mujer muy débil y ella quería demostrar que no lo era. Lo prendía cuando estaba con él, sola no se atrevía. El cigarro se consumía en su boca dejándole un gusto amargo, pero que a él no le molestaba, ya estaba acostumbrado. Además en conjunto con su perfume se creaba un aroma singular. La colilla terminaba en el suelo, a medio prender y todavía humeando. Jamás miraban para atrás, pero ambos se imaginaban que alguien se daría el tiempo de apagar el cigarro con una pisada, con un paso más de ese camino que todos recorrían en una u otra dirección rumbo a sus casas después de un día más de trabajo.
Cruzaron cuatro calles y recorrieron cinco cuadras. Solo conversaban de cosas triviales y no se miraban. Llegaron al metro y descendieron por la escalera mecánica. Siempre tomados de las manos y sin soltarlas. Al llegar al andén ella giró, lo miró a los ojos  y se detuvo ahí unos segundos. Le soltó la mano y lo tomó del cuello. Acercó su boca a un oído de él, y en medio del ruido y el viento que produce la llegada de un tren le susurró algo. Él la abrazó fuertemente, tanto así que a ella le dolía, pero no se molestó pues entendía dicha reacción. Se abrieron las puertas y ellos seguían ahí, sin moverse, sin que nadie los moviera ni pretendiera hacerlo.  Después de un par de minutos se separaron y volvieron a tomarse las manos. Una vez más de frente al andén esperando por el siguiente tren. Los dos estaban felices, más que antes, pues ahora no eran dos. Ahora eran tres y brillaban como nunca, aun sin tomarse las manos.

14 comentarios:

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  2. Gonzalo:
    Creo que esto que escribes es muy lindo y romantico, incluso a veces me pregunto, si eres tú, con tu interior? o es una forma de exponer tus cualidades, que no se limitan a la farándula. Tengo que confesar que me da mucha lata escribir en los blogs, porque siento que hablo sola y que no existe respuesta,y yo acostumbro a necesitar la respuesta, nunca se sabe si leen o no los comentarios.
    No te conozco, pero me caes bien por lo que escribes y quizás seria bueno de vez en cuando dar una luz, y mencionar que lees a los que te leen, por este mismo medio. Felicidades y mucha luz para ti. Abrazos

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    1. Claudia,
      Muchas gracias por tus palabras. Que bueno que gustó lo que escribí. Si te gusta escribir hazlo, porque siempre habrá alguien que le dará sentido a eso. yo siempre quise hacerlo y nunca lo publiqué, pero ahora me permito hacerlo y me encanta. Te dejo un beso y felicidades para ti también.

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    2. Gonzalo, debo expresarte que me sentí escuchada, muchas gracias por contestar y te seguiré en tus expresiones, confieso que este tipo de escritos me transportan, y te sugiero un gran libro que se llama "Francisca Yo Te Amo" de José Luis Rosasco, que es una expresión de amor que se desarrolla en la bahía de Quintero, es hermoso, si lo lees te acordaras de mi, al darte cuenta que tiene algo de lo la magia con la que escribiste este texto. Ya me alargue mucho, me voy a una ceremonia por mi trabajo. Te dejo abrazos.

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  3. Que lindooooo!!
    Me atrapo!!! La verdad es q leía y leía pensando en como iba a terminar ....
    Sigue escribiendo q lo haces bello!!

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  4. Gonzalo.... me gusto lo que escribes... me entere de tu blogs, por que lo dijiste en un programa, asi que me puse a leer lo que escribes... y me gusto.... tienes una lectora... sigue escribiendo lo haces.. bien.. saludos..!
    Jenny

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  6. Gonzalo... Nuevamente felicitaciones por tu blog, me encanta ya hasta te sigo a través de él y como te dije hace un rato fue una grata sorpresa leer tu blog, besos.

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  7. Lo lei en el metro, y si me gusto. saludos

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  8. Gonzalo,
    Soy una pésima lectora, tengo más libros en mi biblioteca de los que realmente he leído y otros tantos más a medio terminar de los que quisiera reconocer. Sin embargo, he leído todos tus escritos y me gusta la falta de ambición y de figuración que encontré en ellos. Siento que plasmas efectivamente aquello que deseas escribir. Que no te mueve la necesidad de querer deslumbrar con "innovadores comentarios", que aveces siento al leer de algunos periodistas, escritores o cronistas, más preocupados de que los comenten a ellos que decir algo que realmente los motive.
    Te felicito por perdonarte, por dejar la culpa atrás y atreverte a ser quien quieres ser.
    Saludos,
    Leyla.

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  9. Gonzalo, hay algo mas simple que escribir desde el corazón que es nuestra mejor brujula para todo aquellos hacemos felicitaciones por EXPRESAR me trasportaste como si estuviera ahí.
    Gracias por el viaje :D

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  10. Bien Gonzalo, la historia es interesante y la técnica de escritura es por sobre todo aguda e inteligente. Podrías llegar a ser un buen escritor, lástima que en este país los escritores valgan cero, y no exista ningún programa serio del estado que los potencie en su afán.
    Los imaginadores profesionales no somos nada.

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  11. Mira tú, nunca dejas de sorprender, a pesar que no me considero romántica...creo que me sensibilizo la historia que escribiste.

    Saludos Napoleón Egas

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  12. Guauuuuu,qué lindo escribes Gonzalo,es primera vez que visito tu blog,a pesar que te sigo en twitter,nunca me había decidido a entrar aquí pero he quedado gratamente sorprendida,siempre he considerado que eres una persona extremadamente inteligente lo que no es usual en las personas que aparecen en televisión.
    Me encantó tu blog,desde ahora seré una asidua visitante.
    Un abrazo

    Mary Díaz

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