jueves, 26 de enero de 2012

Pérez y Huiquipán.

La semana pasada Inés Pérez se hizo conocida por una entrevista que le dio a Chilevisión. Para ser franco, a nadie nos cayó bien lo que dijo, porque se notó que lo que a ella le molestaba era que sus hijos se codearan con nanas y obreros en las calles libres (solo para propietarios y no trabajadores) de su condominio. Después en la entrevista completa nos damos cuenta que el mensaje aun cuando fue editado, en el fondo era el mismo, el mensaje era claro y discriminatorio. Ante eso, las redes sociales ardieron atacando a Inés Pérez. Hubo gente que lo hizo de manera correcta, educada y con altura de miras, sin embargo la mayoría la insultó porque no les parecía correcto tal hecho discriminatorio. Acá las formas sí importan, todos estamos de acuerdo en repudiar esos dichos, sin embargo la forma en que lo hicieron fue igual o más discriminatoria que las palabras de ella.
Pero en fin, dejando de lado las maneras, volvamos al fondo. Las personas a través de las redes sociales criticaron el actuar de Inés Pérez, rasgaron vestiduras, se enojaron, se sorprendieron (sólo los más inocentes eso sí), y dijeron que no se pueden permitir estos reglamentos (yo tampoco los permitiría), aparecieron los recursos legales, las personas que no son nanas ni obreros disfrazados como tales, y metiéndose a la piscina de uno de estos condominios como muestra de apoyo, etc, etc. En rigor aparecimos los chilenos tolerantes, inclusivos, no discriminatorios, libertarios, cosa que salvo la forma, en su fondo era muy esperanzadora.
Ahora viene la otra cara de la moneda.
Durante esta semana salió al aire el nuevo reality de Canal 13, Mundos Opuestos. La sintonía ha sido espectacular, y les puedo asegurar que ni los responsables del programa esperaban eso.
Bueno, a lo que voy es que uno de los participantes es un jugador de fútbol, se llama Francisco Huaiquipán y  es el capitán de uno de los equipos. Claramente él es una persona de origen humilde, él mismo ha dicho que en la vida todo le ha costado mucho, su carrera ha estado llena de obstáculos (en muchos casos puestos por el mismo) y errores de los cuales no me cabe duda que mucho hemos cometido. Lo interesante es cómo una vez más las redes sociales han respondido ante el actuar, y sobre todo ante la manera de hablar de Huaiquipán. Es cierto que inventa palabras, que tiene muchos modismos nacionales, que dice garabatos (como cualquier chileno) y que cuando se enoja se sale de si, pero no creo que sea para tratarlo de la manera como las personas en redes sociales lo han hecho. Los mismos que criticaban a Inés Pérez por sus dichos discriminatorios contra nanas y obreros, no han dudado en tratarlo de la peor manera posible y no solo lo han insultado por sus dichos, también lo han hecho por su profesión, por su origen Mapuche, por su desempeño en su carrera, por su manera de vivir, etc,etc.
Con esto no pretendo defender a nadie, solo quiero reflejar como las mismas personas pueden atacar a alguien porque discrimina y a su vez discriminar de igual o peor manera.
Con esto siento que los chilenos no tenemos un doble estándar, los chilenos SOMOS el doble estándar.
La Tolerancia si no va acompañada de respeto, no sirve de nada.

Seguían ignorándolo

Justo llegaba a casa cuando se dio cuenta que no lo traía consigo. Quizás para él no era más que un pequeño reloj con radio que no servía para nada, sin embargo para Jonás era mucho más que eso. El reloj significaba tener la posibilidad de ser por esa tarde el más importante de todos los amigos de la cuadra, transformarse en el centro de atención y envidia de todos. Envidia de niño eso sí, de esa que se siente mientras dura la fascinación por el juguete nuevo, pero que una vez agotada la impresión desaparece nuevamente.

Durante esa tarde, después de las seis, Jonás miró incesantemente por la ventana esperando que llegara su padrastro con aquel reloj, que era un pasaporte a algo que él jamás había sentido, pero que llevaba imaginando por horas y no sabía controlar. Cuando llegó el auto, salió corriendo a su pieza haciendo como si nada pasara, porque Jonás sabía que había algo de vergüenza en lo que sentía, vergüenza de que algo así de insignificante  fuera  tan importante para él. Escuchó cerrar la puerta de entrada y salió al pasillo, una vez recorridos los quince pasos  que separaban su pieza del living, lo saludó y le preguntó apresuradamente; Alejandro, Alejandro,  te acordaste del reloj? A lo que él respondió con un simple, No. En ese momento Jonás se llenó de desilusión y rabia, por lo que solo atinó a decir, no importa me da lo mismo. Luego salió corriendo, abrió la puerta de casa, después la reja que daba a la calle, y sin dejar de correr se unió a los amigos que estaban en la esquina. Obviamente seguían ignorándolo.