Ayer hemos presentado cerca de 15.000 firmas ante el Servel, para legalizar el Partido Progresista en la Región Metropolitana. Ese gesto yo lo comparo con el nacimiento de un niño, que a partir de ahora empieza a forjar sus características propias que lo diferenciarán de los demás. Todo lo que hagamos en este tiempo que esta por venir nos va a marcar de manera permanente. Empezaremos a crecer y con eso iremos desarrollando una manera de hablar (discurso) y de movernos (acciones), también aprenderemos a relacionarnos con el medio, y dependiendo de las experiencias que nosotros mismos vayamos generando y viviendo, será como la ciudadanía nos reconocerá. Dejamos de ser un potencial proyecto, ahora somos una realidad, una alternativa, y por qué no decirlo, quizás la única que representa a mucha gente.
Debemos cuidarnos de generar nuestra propia identidad, no permitir que se nos apunte a nosotros como se hace con los demás partidos políticos, porque a nuestro favor tenemos por lo menos una cosa, que es el derecho a ser escuchados. Es deber nuestro ayudar a reivindicar la clase política chilena, ya que como en todos los ámbitos del quehacer nacional, la mayoría de las personas son gente de bien. Formar parte del permanente descrédito que existe hacia la política, solo sirve para alejar más a la gente y que ésta no participe, permitiendo que se siga manejando nuestro país entre los dos conglomerados de antaño. Esto no significa desconocer el mal manejo y la poca representatividad que tienen quienes dirigen y han dirigido el país los últimos años, cosa que no cabe duda que es así, sin embargo, eso no es un problema de la política si no de quienes están en ella. Falta recambio e ideas novedosas, pero por sobre todo acciones nuevas. Todos consideran que la educación chilena debe reformularse, sin embargo nadie se atreve a llevarlo a cabo.
Espero que el Partido Progresista de Chile, del cual soy un orgulloso militante, pueda convocar la mayor cantidad de chilenas y chilenos posibles, para que ellos y ellas le vayan dando una identidad propia, llena de sueños e ilusiones, que además de crecer esté en permanente evolución, y teniendo en cuenta que toda mayoría está formada por varías minorías, así como nuestro propio país.